Por: Carlos Humberto Gómez
Twitter: @chgomezc
No es la primera vez que abordo el tema Túnel de oriente, no es la primera vez que escucho a sus defensores que estoy desinformado y no es la primera vez que oigo decir a detractores que tengo razón.
Si usted amable lector es de los primeros le recomiendo que lea este escrito y si es de los segundos sugiero que lo comparta.
Desde que al obstinado Luis Alfredo Ramos le dio por imponer el túnel y con él a los contratistas y al concesionario, al Oriente Antioqueño le dejaron de herencia las consecuencias para recibir a como diera lugar una obra de casi un billón de pesos.
Y peor aún desde que se inventaron la fórmula para acallar a los ambientalistas y negar el daño ecológico aparecieron los italianos con su gran experiencia. Y ahora la aplicación de unas realidades importadas para la montaña antioqueña.
El túnel con todo y sus detractores, y con todo sus defensores se deja venir con la imponencia del gobernante. El pasado mes de junio con la última palabra del Secretario de Infraestructura de la Gobernación que se adelanta a las conclusiones de posibles licencias, proclamó la obra como “una realidad”
Y ahora con la presentación en sociedad del resultado de los nuevos estudios de impacto ambiental, se nota la ansiedad oficial por darle vía libre al proyecto.
Para que licencia ambiental y claro, para que la Autoridad regional si ya el Secretario dio el dictamen. Sin la Gobernación haberle entregado a la Corporación los estudios de la firma Italiana ya pronosticó que “hay vía libre para el túnel”
Y la Asamblea ya lo escuchó y ya fue noticia. Y los concejos municipales lo saben y hasta ahora no se movilizan, esperemos que lo hagan porque los ciudadanos esperan que el favor popular se vea representado en la defensa de los intereses de las mayorías.
Ya somos cómplices. La mayoría de los orientales no necesitamos túnel, no necesitamos 15 minutos menos del Aeropuerto a Medellín, son una minoría los que se beneficiarán de la obra.
Y somos mas cómplices cuando sabiendo que las obras de infraestructura necesarias para darle salida al túnel se pensarán después. Es decir, primero montamos la bestia y después la ensillamos. Ese es nuestro destino.
Y que decir de los costos que asumiremos. Ya no son los 90 mil millones de valorización que se anunciaban, no. Ahora son 30 mil mas, es decir en dos años el costo para los contribuyentes subió al menos el 35%. Y todos tan elegantes y discretos ya lo anunciaron y peor aún no reaccionamos.
Una licitación delegó a una empresa el estudio no de prefactibilidad. Es el de factibilidad para el derrame de valorización, lo que indica que el tiempo ya corrió y vienen las definitivas. Las que dirán cuanto, a quienes y cuando cobrar por una obra que servirá para seguir abriendo la brecha. Aquella que le da vía y valor a los privilegiados y le genera más desigualdad a los nativos y un desconsiderado aumento de estratos donde hoy los servicios públicos y los impuestos son impagables.
Imponer túnel, negar daño ecológico y cobrar valorización, es la triada. Tres asuntos que el gran capital considera necesarios para generar desarrollo, el mismo que deja al Oriente Antioqueño otra amarga experiencia de improvisación y desidia.
Sugiero leer esta columna de septiembre de 2011 escrita y publicada para el portal Inforiente: Con túnel pero sin agua
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