Narcisismo, soberbia, desmesura, pérdida de contacto con la realidad y aislamiento progresivo, son características de muchos de nuestros mandatarios en la actualidad; pero no son propias, obedecen en gran parte a la adulación de contratistas, cercanos y lame suelas, que para congraciarse con el mandatario de turno le inflan el ego, lo que produce ese estado de embriaguez, orgullo y confianza en sí mismos, llevándolos al punto de que quien opina diferente o lo critican son sus enemigos.
Esta patología o fenómeno lo describe muy bien el británico David Owen en su libro “En la enfermedad y el poder” quien afirma que este fenómeno aún no es aceptado por la medicina o la psiquiatría, pero sugiere que las características son tan palpables y con un patrón común en las personas que ostentan poder, también afirma que la ciencia debería dedicarles un buen tiempo de estudio, lo que podría en un futuro minimizar los impactos del fenómeno.
En su libro destaca una serie de líderes mundiales que lo han padecido, pero no vamos muy lejos en nuestros gobiernos locales son muchos los mandatarios embriagados con el poder, que ya no perciben la realidad y la lectura del momento los hace tomar decisiones erróneas.
Entre los síntomas el libro destaca:
Desaire por los demás. (Menospreciar a los electores o ciudadanos que creyeron en él)
Orgullo desmesurado. (No hay trapos con qué cogerlos)
Exceso de confianza en sí mismo, que le hace ser impulsivo e imprudente. (Todo lo quieren ya y como ellos digan)
Falta de atención a los detalles. (No ven la dinámica del momento)
Constante impaciencia. (Su genio solo se lo aguantan en la casa, maltrato a subalternos)
Sentimiento de superioridad. (Se creen dioses)
Preocupación exagerada por la imagen, lujos y excentricidades. (Incremento en los equipos de comunicaciones y las publicaciones con afán protagónico)
Creerse insustituible. (Si no son ellos o el que ellos digan, sus localidades se irán a pique, esperan gobernar en cuerpo ajeno)
Desprecio por la opinión y consejos de los demás. (Los asesores o la opinión de terceros, es de ineptos)
Sin escrúpulos para vencer al rival. (Todo vale y más en la campaña que se avecina)
Alejamiento de la realidad. (Sus gobiernos son los mejores).
Afortunadamente para ellos, sus familias y para el pueblo, estas condiciones son pasajeras y desaparecen cuando la persona deja el poder y se enfrenta a la realidad de la soledad. Es allí cuando aparece otro fenómeno que afecta a las personas que han ostentado cargos de jerarquía y es la orfandad del poder, esta condición es quizá la única en el mundo que tiene fecha de llegada, y para el caso de nuestros mandatarios la empezarán a vivir gradualmente a partir de las 4 de la tarde del próximo 27 de octubre y de lleno a partir del 1 de enero del 2020, cuando ya no haya amigos y los contratistas que los inflaron desfilen por otros pasillos.
Hubris: proviene del griego “hybris”, que describe a una persona que, por tener excesiva soberbia, arrogancia y autoconfianza, desprecia sin piedad los límites divinamente fijados sobre la acción humana. También se lo conoce como “el orgullo que ciega”, y hace que la arrogante víctima de hubris actúe de manera tonta y contra el sentido común.
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